Stilolinea nació en la década del 1970 en el interior de la región industrial de los bolígrafos, situada entre Settimo y San Mauro. Piero Chicco, el fundador, con la intención de diferenciarse de los otros productores, vio en los bolígrafos promocionales un instrumento de merchandising poco conocido hasta ese momento pero muy prometedor. Diseñó productos fascinantes, innovadores, con una amplia gama de colores, versátiles y personalizables según las exigencias promocionales y publicitarias del cliente.
La empresa dio un salto de calidad abasteciéndose de maquinaria de tecnología avanzada y sistemas de montaje automatizados: la experiencia artesanal y la innovación técnica se convirtieron de este modo en los elementos de éxito de la empresa. Toda la maquinaria de Stilolinea se ha diseñado ad hoc: gracias a esto se producen bolígrafos muy bien acabados y fiables, reduciendo el desperdicio de materiales y prestando atención al impacto medio ambiental.
En 40 años ha escrito su propia historia a partir de modelos que se han transformado en cuanto a diseño y técnica, hasta llegar al bolígrafo redondeado como sustitución del bolígrafo con distintas caras. La impresión publicitaria ha pasado de la elaboración en caliente a la serigrafía y tampografía, consiguiendo una definición de las imágenes mucho más fiel a la marca o a la inscripción reproducida. La elección de ofrecer bolígrafos promocionales de alta calidad, en calidad de obsequios muy apreciados además de duraderos, ha propiciado el éxito de Stilolinea hasta llegar a conseguir el cuantioso objetivo marcado de 100 millones de unidades producidas en un año.